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La seguridad en un edificio es una condición que no se debe pasar por alto, una medida efectiva es la protección activa contra incendios, este tipo de emergencias pueden ocurrir en oficinas, escuelas, fábricas y hospitales, por lo que conviene saber sus ventajas.
Lo más recomendable es contar con protección activa y pasiva, esta última consiste en elementos estructurales que evitan la propagación del fuego, por ejemplo, las puertas contra incendio que no dejan pasar las llamas ni el humo, generando espacios seguros para los ocupantes antes de que los servicios de emergencia puedan rescatarlos.
¿Qué es la protección activa contra incendios?
La Universidad Politécnica de Cartagena describe a la protección activa como “un sistema destinado, de forma directa, a la lucha contra el incendio en su primera fase y a la sofocación de este en su segunda fase”.
Es preciso recordar que el fuego incipiente -etapa inicial- se puede extinguir con aparatos especiales para dicho fin, “sin la necesidad de utilizar ropa y equipo de protección básico de bombero, como botas, cascos y chaquetón”, explica el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred).
Controlar un incendio en etapas tempranas es importante porque conforme avanza la combustión, las condiciones que hay dentro de las instalaciones son difíciles y peligrosas para las personas, entre otras cosas, porque comienza a disminuir la presencia de oxígeno en el aire.
Es por eso que la protección activa está integrada por tres elementos fundamentales: detectores, rociadores y extintores. Con ellos es posible actuar a tiempo durante una emergencia, evitando desastres de mayores proporciones.
Detectores
Se conocen como detectores a los sistemas de alarma que registran la presencia de humo y fuego en el ambiente, activando una señal acústica que avisa a los ocupantes de un inmueble para que busquen un sitio más seguro.
El objetivo de estos equipos -según Cenapred- “es aprovechar los valiosos instantes iniciales, en los cuales se puede controlar un incendio. Los arreglos apropiados para la detección de incendios y dar la alarma, son un elemento esencial, además aseguran que las personas puedan evacuar con seguridad”.
La primera versión de este aparato apareció en 1902, el ingeniero George Andrew Darby, originario de Inglaterra, patentó un indicador eléctrico de calor que emitía una alarma cuando percibía cambios de temperatura en las áreas donde se colocaba.
A partir de este modelo se hicieron adaptaciones y mejoras, por lo que actualmente es posible encontrar varios tipos de detectores, su clasificación se basa en el fenómeno que detectan, como lo explica el Ministerio de Trabajo de España:
- Iónicos. Perciben gases de combustión, es decir, humos visibles e invisibles.
- Ópticos. Activan una alarma cuando detectan humos visibles.
- De temperatura. Son aparatos que perciben la temperatura fija.
- De radiaciones. Detectan tanto las radiaciones ultravioleta como infrarroja (llamas).
“Las instalaciones fijas de detección de incendios permiten la localización automática del incendio. Pueden vigilar permanentemente zonas inaccesibles a la detección humana”, por lo que es muy recomendable utilizar este tipo de protección activa, agrega el Ministerio español de Trabajo.
Rociadores
De acuerdo con la Asociación Mexicana de Rociadores Automáticos contra Incendios (Amraci), un rociador es “un dispositivo que tiene como objetivo generar un patrón de agua sobre una superficie incendiada”.
Una de las características básicas de estos dispositivos determina su capacidad para controlar o extinguir un incendio, se trata de la sensibilidad térmica, “una medida de la rapidez con la que el elemento térmico opera cuando está instalado en un rociador o conjunto de rociadores”, indica la Amraci.
Existen rociadores automáticos que tienen un elemento termo-activado, en caso de una emergencia, este se calienta por encima de su clasificación térmica para que el agua pueda descargarse sobre una zona específica.
Generalmente estos equipos son instalados en sistemas fijos automáticos que consisten en tuberías subterráneas y aéreas, por donde los rociadores descargan agua siguiendo un patrón de distribución sistemático. La cantidad de agua que se vierte sobre la superficie incendiada se calcula previamente y puede provenir de una o más fuentes de abastecimiento.
Extintores
Dentro de la protección activa contra incendios también se encuentran los extintores, descritos por Cenapred como “unos aparatos que contienen un agente extintor, que puede ser proyectado y dirigido sobre un fuego por la acción de una presión interna”.
Algunas sustancias consideradas como agentes extintores son el agua, los polvos químicos, los hidrocarburos halogenados y el anhídrido carbónico (CO2). Estos productos se almacenan en un cilindro o botella, que es la parte principal que compone a un extintor.
Otro elemento a tomar en cuenta es el agente impulsor, es decir, el producto que contiene el extintor y que permite la proyección al exterior del agente extintor. Los agentes más comunes son el aire comprimido, el nitrógeno y el anhídrido carbónico.
Según Cenapred, otras partes o piezas que conforman a los extintores son las siguientes:
- Manómetro. Es un indicador de presión, contiene tres secciones que determinan si el aparato está vacío, lleno o sobrecargado.
- Mango. Pieza fija de metal que sirve para sujetar el extintor.
- Palanca. Es una pieza que al presionarla abre la válvula de escape a fin de que salga el agente extintor.
- Manguera. También conocida como boquilla o trompeta, es la parte por donde sale el agente extintor y con la cual se guía hacia el incendio.
Por otra parte, la Norma Oficial Mexicana NOM-002-STPS-2010, “Condiciones de seguridad-Prevención y protección contra incendios en los centros de trabajo”, establece que se debe de colocar al menos un extintor por cada 300 metros de superficie si el riesgo de incendio es ordinario, y cada 200 metros si el riesgo es alto.
Además, es necesario que los centros de trabajo u otro tipo de inmuebles, cuenten con un programa anual de revisión de extintores, para verificar que se encuentran en buen estado y sea seguro utilizarlos durante una emergencia.
Para elegir el mejor extintor es necesario tomar en cuenta la eficacia, considerada como la capacidad de extinción que se indica en la carcasa de este dispositivo por medio un número y una letra.
“La letra define la clase de fuego para la que el extintor es eficaz, es decir, fuegos de clase A, clase B y clase C. El número cuantifica el grado de eficacia extintora en los fuegos de clases A y B”, puntualiza Cenapred.